Volver a relecionar

Volver a relacionar

Nuestra mente tiende a unir cualquier experiencia aportada por nuestros sentidos a aquellos conceptos que ya poseía. Y, es a partir de esas conexiones como determinamos muchos de nuestros comportamientos. Uno de los trabajos de la conciencia es poder revisar todos esos enlaces que se hayan podido crear de forma automática a lo largo de la vida y volver a relacionar para poder cambiar y acercarnos más hacia nuestra propia identidad.

Volver a relacionar todas esas equivalencias sería pues una de las claves del coaching.

Primer Paso: Distinguir

Distinguir en este contexto consiste en romper la relación que se había hecho de manera automática y poder ver dos conceptos por separado y observarlo de manera aislada.

Resulta obvio que siempre que algo se distingue debe existir un agente que realiza esa distinción. Es decir, que para poder desligar algo debemos encontrarnos fuera de ello. No podemos formar parte de ello porque si formamos parte de es indiferenciado no podremos tener la necesaria objetividad que requiere el acto de distinguir. Por eso, en muchas ocasiones se requiere de la capacidad de observarnos a nosotros mismos desde fuera y realizarlo tratando de minimizar la implicación emocional. Una de las maneras privilegiadas de poder llevar a cabo esto es por medio de la meditación.

Distinciones en el lenguaje

Existen distinciones que requieren una toma de conciencia de aquello que empleamos normalmente de forma automática como indisolubles. Esto ocurre en nuestro lenguaje y encontramos muchos ejemplos descritos de forma manera magistral el CEC.

Distinciones en nuestra propia vida

En el coaching biográfico trabajamos con el material más preciado de la persona sus vivencias y los aprendizajes que ha hecho de ellas.

Es esta interpretación de la realidad y el cómo se ha experimentado lo que va a marcar el presente y condicionar el futuro.

A lo largo del trabajo biográfico se puede ir revisando todas las equivalencias y relaciones que uno ha ido haciendo a lo largo de la vida.

Como el trabajo con los mandatos, por ejemplo, pensar que para que me quieran he de ser bueno, o no he de hablar alto, o estarme quieto.

También imaginar que solo me querrán si triunfo y una lista enorme de ideas que han ido condicionando nuestra vida.

Distinguir lo que somos de lo que hacemos

Obviamente, somos mucho más que lo que hacemos. Nuestra profesión o nuestros actos no son nuestra esencia, aunque puedan ser manifestación de ella. Identificar a alguien con lo que hace es una de las mayores tentaciones del relacionar automático.

Así muchas personas catalogan a las otras por su profesión. Incluso, en la gran mayoría de las ocasiones nos presentamos en una reunión ante desconocidos diciendo nuestro nombre y a qué nos dedicamos. Es decir, asociamos nuestra identidad a nuestra profesión.

Pero también se puede llegar a clasificar a las personas por algún error que hayan podido cometer. Una persona que ha robado no es un ladrón, cuando nuestro hijo falta a la verdad no es un mentiroso, simplemente ha dicho algo que no concuerda con la realidad. Ya lo dice el refranero español Condenar el pecado, pero no al pecador.

Distinguir nuestro Yo de nuestro sistema

A lo largo de nuestra vida hemos ido perteneciendo a una serie de sistemas. El familiar, el profesional, el de nuestro pueblo o nación. En ocasiones, se puede uno llegar a identificar tanto con ellos que se puede llegar a perder algo de la propia identidad. El ser español, pertenecer a tal familia, o ejercer tal profesión me puede conferir una serie de propiedades y unas tradiciones, pero estas no deben situarse por encima de lo que soy Yo realmente.

Distinguirnos a nosotros con nuestra individualidad es una tarea que nos va a conferir a nosotros la posibilidad de decidir si queremos pertenecer a tal sistema o no y en que forma hacerlo más allá del orden que exista, tratando de encontrar el equilibrio.

Segundo paso: Relacionar

El segundo paso tras haber logrado distinguir es el de relacionar. Pero, esta vez haciéndolo desde un nuevo punto de vista de mayor conciencia.

Relacionar conscientemente

Para ello sería necesario salir de una forma de vida automática, y tomar conciencia de las relaciones que podamos estar continuamente llevando a cabo, algo que requiere de presencia.

Hacerlo desde el asombro

Para esa toma de consciencia conviene no partir de las representaciones de las relaciones que hemos hecho a lo largo de nuestra vida, sino poder hacerlo desde el asombro, como se describe en este artículo.

Vivir cada día tratando de aprender algo nuevo, experimentando como si fuera la primera vez aquello que se creía que ya se conocía, incluso se dominaba.

Volver a relacionar tras haber distinguido

Acto seguido y, desde un estado de presencia de calma, volver a realizar las relaciones, pero siendo ahora las que uno elige de forma consciente.

Ejemplos del «Volver a relacionar»

Poniendo un par de ejemplos se puede entender lo que arriba pudo parecer filosófico, pero que, sin duda puede ser aplicado a la vida, cambiando nuestra biografía por completo.

Volver a relacionar para una paternidad consciente

Ya no me relaciono con mi hijo solo desde el ser padre, viendo en él a mi hijo con las proyecciones anhelos, esperanzas y frustraciones que eso conlleva, sino viviendo la experiencia cada día diferente de estar ante una nueva persona. Desde ese lugar, Yo decido como quiero establecer ese vínculo y que convivencia quiero tener.

Así trataré de no ir con las relaciones automáticas que uno puede hacer, por ejemplo, la de que haber suspendido en el colegio es igual a fracaso.

Trato de alejar mis proyecciones de ruina y me acerco a él, desde un encuentro de lo que existe hoy y tratando de empatizar con lo que está viviendo, De esa manera podré acompañarle en aquello que él es, no en lo que yo creo que es.

Este tipo de relacionarme no resta un ápice a mi responsabilidad como padre o madre, sino que la actualiza en todo momento. Y se convierte en la verdadera responsabilidad, la habilidad de saber responder ante los desafíos de la vida.

La elección de la profesión

En ocasiones, puede resultar difícil replantearse la profesión, dado que por más incómoda que a uno le pueda parecer, ha podido convertirse en zona de confort.

Repensar el porqué estamos desarrollando este trabajo, salir de las respuestas habituales, desligar trabajo de remuneración, satisfacción personal de éxito profesional, etc. puede llevarnos a crear nuevas relaciones que nos ayuden y posibiliten a acercarnos ,más a lo que realmente anhelamos.

Contacta con nosotros para lleva a cabo el trabajo de volver a relacionar

Te ofrecemos poder revisar lo vivido hasta ahora con la revisión de sus equivalencias automáticas mediante un trabajo biográfico.

También trabajar aspectos concretos ya sea la familia o en la búsqueda de una profesión o vocación.

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