Los mandatos del segundo septenio
Durante el segundo septenio aparecen los llamados mandatos. Estos consisten en frases que escuchamos de alguien con autoridad sobre nosotros, normalmente padres o maestros y que quedan grabados a sangre y fuego en nuestro inconsciente, llegando a determinar el comportamiento de adultos.
Suelen o comenzar o contener la palabra «no» ya que suelen conducirnos hacia creencias limitantes.
En eso se diferencias de los impulsores más propios de la primera infancia
Ejemplos de mandatos:
Los niños no lloran
Las niñas no trepan, no muestran rabia
No seas infantil
No juegues
No molestes
No eres capaz o no vales
No seas niño o niña (por ejemplo en el sexo que eres)
No crezcas, sé siempre mi niño
No hagas…
No seas importante…
No te acerques, distancia sin abrazo
Eres la oveja negra, un cero a la izquierda
No pertenezcas a ese grupo de gente
No estés sano, porque cuando estás malito yo te cuido
No pienses
No tengas opinión por ti mismo
Piensa lo que pienso yo
No sientas
Demasiado romanticismo
Pasos para superar esos mandatos
Tomar conciencia de ellos
La lista es innumerable y todos llevamos dentro varios de estos mandatos. La cuestión no es responsabilizar a aquellos que nos los inculcaron, sino en poder asumir su existencia y saber como poder transformarlos.
Primero hay que observar esta creencia hasta poder sentir en el cuerpo todo lo que me ha imposibilitado llevar a cabo o el dolor que me ha generado.
Observar si han tenido alguna utilidad a lo largo de la vida
Estos mandatos nos han conformado como somos y han dirigido de alguna manera nuestra biografía.
Evaluar si estos mandatos recibidos en el segundo septenio han sido útiles o limitantes
Puede ser que ya no nos sean útiles, bien porque descubramos que ya no las necesitamos, bien porque veamos que, incluso, están limitando nuestra progresión como persona.
Agradecer aquello que nos han aportado
Va a ser difícil que las podamos cambiar si no somos capaces de mirarlas desde una actitud lo más positiva posible. Aunque suenen difíciles no nos podremos despedir de ellas si lo hacemos desde el rencor. Por ello, un paso necesario es agradecer el cuidado que pudieron aportarnos.
En el caso de que fueran absolutamente limitantes y que nos hayan llenado de miedo e incapacidad, podremos agradecer, al menos, que el día de hoy estemos en otra fase vital que nos permite cuestionarlas y mirarlas como ajenas a nosotros. En ese caso lo que podremos valorar positivamente será nuestro avance y evolución.
La responsabilidad ahora es propia, ya no sirve de nada poder culpabilizar a aquellos que me las inculcaron con mayor o menor intención.
Buscar la nueva creencia que sustituye aquel mandato que se quedó grabado en el segundo septenio
Una creencia solo podrá ser sustituida por otra más poderosa o más potente.
Así si me inculcaron durante el segundo septenio que no era capaz de algo, solo podré superar esa inutilidad si estoy firmemente convencido de que ahora sí que dispongo de los recursos para llevar a cabo aquello de lo que me hicieron desistir.
En este paso es importante sentirlo, respirarlo e interiorizarlo para grabarlo en mí y así poder vivir desde esa nueva posibilidad.
Transformar la nueva creencia en acción
Ese nuevo pensar ha de calar hasta llegar a mi voluntad para que no se quede solo en una idea, sino para que puedan impregnar mis nuevas acciones.
Llevar a cabo este proceso suele requerir un acompañamiento
Para llevar a cabo este proceso se requiere de un entorno emocionalmente seguro y de sentir la suficiente empatía que te permita lograr esta transición.
Esto suele resultar muy difícil llevarlo a cabo solo. Por eso, suele ser necesario el acompañamiento de un coach que te puede acompañar en este camino y te puede ayudar a ver más allá de tu propia subjetividad.
En coachingbiográfico.es estamos especializados en estos procesos.
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