En el octavo septenio se le brinda al hombre la oportunidad de convertirse en un maestro. Es una opción que se puede tomar o permanecer como durmiente el resto de la vida. De adoptarla se lleva a cabo desde el altruismo abriéndose al mundo, escuchando al otro, teniendo como resultado la conquista de la verdadera libertad.
Durante el séptimo septenio se abre la posibilidad del desarrollo y transformación
Durante el séptimo septenio aparece un cierto declinar físico corporal. Este es más acusado en aquellos que no lo trascienden por algo más espiritual.
Los riesgos del sexto septenio consisten en acallar la pregunta existencial; tentación del poder o tratar de frenar a toda costa la decadencia física.
A nivel exterior en este quinto septenio existe un desarrollo profesional y se ejerce ser padre o madre, por lo que lo social disminuye.
En el quinto septenio se deben integrar cabeza y corazón buscando la verdad y observando la propia biografía. Siempre se debe respetar que la forma de llevarlo a cabo de hombres y mujeres puede diferir.
En el séptimo septenio y, a pesar del declive físico aparecen fuerzas para responder a las preguntas trascendentales que se formularon en la etapa anterior.
El desarrollo interior durante el segundo septenio tiene un periodo importante de sufrimiento en torno a los diez años. Durante este periodo se manifiesta el temperamento de cada niño y se acogen los mandatos y hábitos.
La apertura a la escuela es uno de los aspectos externos del segundo septenio, dónde puede conocer la autoridad amada del maestro. Además es un periodo de mucho movimiento y en dónde el niño quiere conquistar el mundo. Para ello debe ser consciente de las consecuencias de sus hechos.