En el séptimo septenio y, a pesar del declive físico aparecen fuerzas para responder a las preguntas trascendentales que se formularon en la etapa anterior.
El desarrollo interior durante el segundo septenio tiene un periodo importante de sufrimiento en torno a los diez años. Durante este periodo se manifiesta el temperamento de cada niño y se acogen los mandatos y hábitos.
La apertura a la escuela es uno de los aspectos externos del segundo septenio, dónde puede conocer la autoridad amada del maestro. Además es un periodo de mucho movimiento y en dónde el niño quiere conquistar el mundo. Para ello debe ser consciente de las consecuencias de sus hechos.
La vida interna en el cuarto septenio hace que se recapitule y se asuman los riesgos con respecto lo que se está experimentando.
La vida externa en el cuarto septenio está llena de experiencias como el desarrollo de la vida profesional y la formación de la pareja.
Los mandatos que se escuchan por padres o maestros hacia los diez años se interiorizan hasta convertirse en creencias, muchas de ellas limitantes.
El quinto septenio (28 a 35 años es el de lo razonable y el de tratar de unir la cabeza con el corazón.
El Cuarto septenio es un momento vital de gran movimiento tanto en el interior como en el exterior. Es el tiempo de acumular experiencias.
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En el segundo septenio el niño desarrolla su temperamento, comienza su vida social, recibe los llamados mandatos y forma sus hábitos de por vida.