Cuarto septenio Vida externa

Vida externa en el cuarto septenio

El cuarto septenio es el momento de llenarse de experiencias

Es, por tanto un momento de búsqueda hacia el exterior para llenar lo interior de cada ser humano. Por ello, la vida externa en el cuarto septenio resulta muy rica en aprendizajes.

El septenio comienza con una fase en que la persona está buscando experimentar en los diferentes campos de su vida. El joven veinteañero trata de explorar el mundo, incluso literalmente tratando de viajar por todo el planeta y de tantear diferentes experiencias.

Mientras que hacia la segunda mitad va aterrizando en los diferentes campos de su vida, especialmente laboral y familiar.

Movimiento y límites

Es un septenio donde también existe mucho movimiento aunque poca dirección y sentido todavía, por lo que requiere toparse con los límites para poder aprender.

Relaciones sociales

En este septenio las relaciones personales resultan fundamentales. Según Gudrun Burkhard es entre los 20 y los 40 años donde vamos a relacionarnos con las personas que marcarán nuestras vidas.

Todavía existe un enorme peso de la simpatía o de la antipatía en sus relaciones. A un veinteañero le cuesta tener una buena relación con alguien que «no le caiga bien»

A diferencia del septenio anterior donde el peso se sitúa en el grupo o pandilla siendo más importante la parte social, en este septenio se establecen vínculos más personales, profundos y, por tanto, personales.

Relación de pareja

En el tema de la pareja este septenio suele tener dos polaridades:

Momento de iniciar relaciones

En la clave mencionada de vivir experiencias, es positivo que el joven que comienza su tercera década de vida, establezca relaciones, incluso varias relaciones más profundas, es la continuación de la búsqueda de la media naranja de finales del septenio anterior.

Momento de iniciar una vida familiar

Hacia el final de este septenio y tras una serie de experiencias de aventura las personas comienzan a buscar un cierto asentamiento familiar. Será el momento de crear también un hogar.

Momento del desarrollo profesional

Es la época en que aquellos que han llevado a cabo estudios universitarios o que se han preparado académicamente finalizan este proceso de formación. Se ha podido empezar a trabajar antes – en España desde los 16 años es legal- pero es en estos momentos en los cuales uno empieza a fraguar su propia carrera profesional.

Se generan las primeras experiencias en el trabajo, tanto aquellas satisfactorias vinculadas a una profesión vocacional, como aquellas más rutinarias de un trabajador en una cadena de montaje, una cajera en un supermercado, un operador en un call-center.

En este periodo es importante que el puesto de trabajo no sea solo un lugar donde intercambiar tarea por un sueldo, sino que sea fuente de aprendizaje y desarrollo. Para lograrlo, en ocasiones, es necesario que el joven cambie de puesto de trabajo y es preferible que lo haga antes de caer en las garras de la rutina. En la época de los gremios artesanos a los aprendices de las construcciones de catedrales, por ejemplo,  en torno a este periodo de su vida, se les permitía cambiar de maestro para ensanchar así su educación y aprender nuevas técnicas. 

Ambición

En esos momentos de la vida se pone un peso importante en lo profesional. Aparecen las ambiciones y se cuenta con un gran empuje y con un conocimiento técnico actualizado. Eso hace algunas personas muy competitivas, algo que puede verse exagerado en el caso de que resulten individuos ambiciosos, y no respeten jerarquías o no comprendan que otros llegaron a la empresas antes que ellos y que también tienen experiencias valorables.

Conocimientos y memoria

En este periodo se vive el apogeo de la memoria. En el caso de los estudiantes universitarios que culminan su formación se puede decir que es el momento en que más información han introducido en su cerebro.

Creatividad

Las personas de esta edad pueden ser muy creativas a nivel profesional y suelen ser comunicativas, estas dos características hace que sean personas que puedan dar de sí en las reuniones.

Dependientes emocionalmente

Todavía muy dependientes de sus emociones, aunque no sea la «montaña rusa» de la adolescencia, en esta fase todavía no se ha alcanzado un equilibrio. Por tanto, el trabajador de este cuarto septenio puede ser motivado cuando encuentra un refuerzo positivo en sus jefes. Por el contrario, cuando alguien jerárquicamente superior le dice cosas del tipo “ya iras aprendiendo, cuando lleves más años en la empresa…” puede hundirse y perder gran parte de su motivación., o también en el caso de aquéllos más ambiciosos o pacientes, dejar el empleo.

Esta dependencia de la opinión ajena no es exclusiva respecto al jefe, también reaparecen las figuras paternales como consejeros para la creación del hogar. En este caso pueden ser padres o suegros los que mantengan una influencia que desaparecerá en los próximos septenios.

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