Antiguamente la tradición establecía en los 21 años la mayoría de edad, justo la edad en la que se entra en el cuarto septenio. A partir de entonces se consideraba a la persona responsable, tanto de sus actos, como con capacidad legítima para elegir y votar.
En todos los septenios se puede encontrar un desarrollo de la vida interna de la persona que responde a los acontecimientos que sobrevienen a la persona.
Vida externa en el cuarto septenio
En esta época se busca tantear diferentes experiencias en la vida.
Se suele comenzar lo que será la carrera profesional.
Y, en muchos casos este es el momento en que se concreta una de las relaciones afectivas en una pareja que puede dar lugar a una vida familiar.
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Vida interna en el cuarto septenio
En este momento se nutre con la digestión de las múltiples experiencias ese mundo que ya se creó en la adolescencia.
Existe una primera recapitulación de lo que se lleva vivido hasta ahora. En esta revisión se comprueba lo aprendido hasta ahora y con ello se cuestiona uno qué es lo que la vida espera de uno. A veces puede aparecer la ira, siendo ésta un motor interesante que mueve a la acción y al cambio que ayudan a consolidar la personalidad.
En este momento y a nivel anímico se diferencian los hombres y las mujeres.
No obstante, es un momento de difícil equilibrios, existiendo riesgos como son el querer mantenerse en la experimentación o, por el contrario, estancarse demasiado pronto. También puede aparecer la amenaza de creernos el personaje que hayamos podido crear para satisfacer nuestra ambición y necesidad de éxito propios de este momento.
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La ira