La ira en el cuarto septenio
Joop Grün, biógrafo de origen holandés ha desarrollado una visión de la ira en el cuarto septenio a partir de las conferencias de Steiner de la metamorfosis del alma.
En la década de los veinte muchas personas sienten que, además de su necesidad de búsqueda un sentimiento de ira potente que impregna su vida,
La ira en el cuarto septenio como una fuerza
La ira es una poderosa fuerza que imposibilita unirse con lo de fuera. En muchas ocasiones se trata de no poder formar parte de una sociedad con la que no se comparten los valores. Esto que ya se ha adelantado en la adolescencia puede acentuarse en este septenio. La rebelión ante aquello que me hizo crecer y que ahora necesito transformar para hacerlo mío.
De alguna manera, es como si nuestro ser interno, nuestro yo, necesitara quemar lo viejo para poder desarrollar lo nuevo. Es la fase de crisálida en la metamorfosis de la mariposa el «matar a la oruga» para que pueda nacer la mariposa que volará en todo su esplendor si se ha ido desarrollando la vida interna pasados los cuarenta y que lo hará en forma de generosidad y altruismo hacia la vida e independencia, que no aislamiento, frente a los demás.
Es una fase necesaria y, no siempre fácil de vivir, para que el Yo que trae un impulso pueda desarrollarlo en plenitud.
El peligro de no desarrollar sanamente la ira en el cuarto septenio
Si no acojo a esa ira en mi interior como fuerza transformadora corro el riesgo de proyectarla hacia afuera y convertirla en violencia o en revolución destructiva.
El otro riesgo es que la ira se quede de manera tóxica en el interior pudiendo causar daños como descenso de la autoestima o percibir el mundo como un peligro del que hay que defenderse.
No desarrollar esta ira puede afectar al proceso de individuación de la persona quedando su vida más ligada a las expectativas que otros depositan que al propósito vital que la persona trae para cumplir a lo largo de su biografía.
Cuando ocurre una dificultad durante este periodo
Toda biografía se enmarca en unas circunstancias que pueden hacer más difícil la irrupción de la ira como motor de cambio. Una situación trágica de enfermedad, el fallecimiento de algún familiar o una incorporación al mundo laboral con la exigencia de una supervivencia puede hacer que nos sintamos la ira o que la desenfoquemos hacia afuera como se ha descrito anteriormente.
Un primer septenio muy duro
También puede ocurrir que el septenio que ha de metamorfosearse ,que es nuestra primera infancia, haya tenido circunstancias tan duras (malos tratos, abusos, falta de apego) que la persona no pueda hacerlo y haya de recurrir a conductas de huida como pueden ser el abuso de drogas, alcohol o adicciones al sexo, al trabajo o a las compras compulsivas…
Poder observar este septenio con calma
Por eso, y, especialmente personas que han atravesado un duro cuarto septenio pueden reconciliarse con él en su séptimo septenio. En ese caso es altamente recomendable llevar a cabo un buen trabajo biográfico