En el mundo antroposófico se diferencia el alma del espíritu.

Visión antroposófica del alma

Nuestro mundo propio

Rudolf Steiner consideró al alma como el lugar de unión entre la parte corporal y la espiritual de cada individuo. Esta se constituye como un espacio propio interno dentro de cada uno de nosotros. En ella se encuentran las percepciones que se llevan a cabo mediante los sentidos corporales con las ideas que provienen del mundo espiritual.

El alma permite que nuestras vivencias no caigan en el olvido y que podamos almacenar las experiencias para poder recurrir en un futuro a ellas

La aparición del Yo impulsa la aparición del mundo

La palabra Yo refiriéndome a mi mismo solo la puedo pronunciar yo. Por lo tanto este concepto no puedo aprenderlo por imitación, sino que habré de adoptarlo por intuición propia.

Rudolf Steiner dice en su libro La Ciencia Oculta:

Es que en todo el ámbito del lenguaje hay un solo nombre que difiere en su esencia de todos los demás nombres. Éste es precisamente el nombre «yo». Cualquier otro nombre puede ser dado por cualquier persona a las cosas o seres a los que pertenece. El «yo» como designación de un ser sólo tiene sentido si este ser se da a sí mismo esta designación. El nombre «yo» nunca puede llegar al oído de una persona desde fuera como su designación; sólo el propio ser puede aplicárselo a sí mismo. Yo soy un yo sólo para mí; para todos los demás soy un tú; y todos los demás son un tú para mí». Este hecho es la expresión exterior de una verdad profundamente significativa. La esencia misma del yo es independiente de todo lo externo; por lo tanto, su nombre no puede ser llamado por ningún externo«.

En el momento de decir «Yo» automáticamente me separa de un nosotros y de «No yo».
Esto sería, por así decirlo, el mundo exterior a mi. A este mundo lo podemos percibir mediante nuestros sentidos . Esta aparente dualidad se supera en el alma donde se encuentran ambas realidades.

El Yo que ha ido apareciendo en el alma es aquel que da continuidad a las diferentes vivencias que experimentado a lo largo de su vida y puede reconocerse en lo que ya ha vivido y puede imaginarse proyectando su futuro.

Y el Yo esencial es el que se crea el alma para darse un espacio propio en el que poder desarrollarse.

El alma nos singulariza

Esta aparición del Yo de la que hemos hablado hace que nos singularicemos. Mientras observamos una realidad nuestras percepciones pueden ser similares, pero la manera en la que las fijamos y lo sentimientos que nos despierta son diferentes para cada persona.

En el alma unen pensar y observar

Es el lugar donde se encuentran y se unen una percepción que hayamos tenido mediante una observación con un concepto que hemos obtenido mediante el pensar. Este pensar puede basarse en una experiencia anterior o en una intuición que provenga de nuestra parte espiritual. Desde el punto de vista de Rudolf Steiner nuestra conciencia es la portadora del pensar.

El alma, creadora de las representaciones

El alma puede mantener una percepción más allá de lo que dura estrictamente la observación. Esta percepción se convertirá en una representación y esto es lo que se convierte en la realidad para cada uno de nosotros. Esta realidad es propia de cada persona y a ella se le puede unir el sentimiento que también es individual. Por tanto no podremos conocer el contenido de su alma (representación y sentimiento, al menos de que nos lo comparta).

En el alma vivenciamos

La posibilidad de ir acumulando representaciones es lo que se conoce como experiencia. Esta capacidad representativa en nuestra mente nos diferencia de los animales. Podemos llegar a imaginar esto sin necesitar ningún estímulo sensorial. Mientras nuestro perro solo comenzará a dar brincos de alegría cuando nos vea coger la correa, nosotros somos capaces de imaginar lo que tenemos que comprar mañana e, incluso concebir una sinfonía o un edificio.

A partir de las experiencias que tengamos seremos capaces de poder concebir nuestro futuro mediante imaginaciones.

En el alma aprendemos

El ser humano puede obtener un aprendizaje de aquello que ha experimentado. A partir de dichas experiencias pueden aparecer deseos, impulsos, que responden tanto al dolor como al placer propios de lo anímico.

Las tres almas desde un punto de vista antroposófico

Desde un punto de vista antroposófico podemos encontrar tres almas diferentes:

El alma sensible

Se desarrolla durante el cuarto septenio de vida.

El alma de entendimiento y de corazón

Este estado de conciencia se comienza a desarrollar en torno a los treinta años.

El alma consciente


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