El alma sensible
El alma sensible (también llamada alma de sensación) es el primero de los estados de conciencia de los que podemos encontrar en nuestro mundo interior.
Visión antroposófica del alma
El alma sensible trasciende lo fenomenológico
Es propio del alma, como se ha dicho en el artículo enlazado, trascender la inmediatez. Si no existiera este primer espacio de conciencia, todo caería en el olvido.
Es decir, que ya no se ocupa únicamente de lo fenomenológico, de lo que se nos manifiesta directamente mediante la observación, sino que en ausencia de lo que se ha percibido esto ha quedado interiorizado.
Lo identifica mediante el pensar, bien por tener en su memoria una vivencia anterior de lo observado, bien porque lo aprende en ese momento. De manera inmediata lo fija mediante la representación en imágenes que ira haciendo que se enriquezcan el mundo interior de las experiencias.
El alma sensible vive en los sentimientos y en la polaridad simpatía-antipatía
Esta parte de nuestro mundo interior queda bajo el influjo total de los sentimientos y emociones.
Es muy importante la búsqueda de la belleza que tiene que ver con la armonía. Con una relación armónica con el entorno de ese alma. En un primer momento se relaciona con el «me gusta-no me gusta» que Steiner denominó simpatía-antipatía. Este placer o desagrado son las dos fuerzas que pueden mover nuestra alma a la retracción en el primer caso y a entregarse al mundo en el segundo. De esta manera se condicionará nuestro comportamiento. Ambas sensaciones son necesarias y a medida que se va ascendiendo en el nivel de conciencia del alma (de entendimiento y corazón y de consciencia) se puede ir mediando y pudiendo alejar la impulsividad, de nuestras reacciones.
El alma sensible nos singulariza
Mientras observo una rosa y la describo sin poner nada de mi (mide tanto, tiene determinado número de pétalos, etc.) no me diferencio del resto de observadores. Con la percepción del color puede ser diferente. Yo puedo decir que es la rosa es roja, pero no sé como se representa el otro el rojo. Además con lo descrito anterior (simpatía o antipatía) cada uno se formará una representación diferente. Así, a quién se pincho con las espinas de la rosa puede que esta no le guste, mientras que a quien le traiga el recuerdo romántico de una rosa que le regaló la persona amada probablemente despertará una emoción placentera. Cada persona (el botánico, el jardinero, el coleccionista, etc.) tendrán una predisposición que puede condicionar su alma ante la contemplación de la flor.
El alma sensible vive muy mediatizada por el entorno
En el estado de conciencia de alma sensible, todavía vive muy inmersa en su entorno y por lo tanto, todo lo que le rodea le influye enormemente, En la fase de la vida en que desarrolla el alma sensible (el cuarto septenio) la persona se encuentra experimentado en la vida. Busca vivencias que puedan enriquecer su mundo interior.
El desarrollo interior a este nivel de alma sensible depende mucho todavía de la cultura dónde vive. Por eso, Ken Wilber llama a esta estado de conciencia etnocéntrico.
Época de la humanidad en que predominaba dicho estado de conciencia
Rudolf Steiner observó un paralelismo entre la biografía, las etapas de la humanidad a lo largo de la historia universal. De esta manera la etapa en la que predominaba
Superación de dicho estado de conciencia de forma meditativa
Mientras en el mundo occidental predominaba las civilización egipcia, en el mundo oriental florecían las prácticas de yoga.
Estas prácticas tratan de superar el contacto que se tiene con el mundo material. Para ello considera irreal o maya todo lo que se percibe por los sentidos y trabaja la disciplina interior de tal manera que se pueda dominar el cuerpo físico.