¿Culpa o responsabilidad? Un cuento para aclararlo

¿Culpa o responsabilidad? Un cuento para aclararlo

Diferenciar culpa o responsabilidad no siempre resulta fácil, por ello recurrimos a un cuento para aclararlo

¿Culpa o responsabilidad?

Ser capaces de diferenciar entre culpa y responsabilidad resulta fundamental para poder restaurar un daño y para permitir a una persona salir de un posible bucle cuando siente que ha cometido algún daño. Esto conecta con el principio de equilibrio sistémico.

Si uno busca ambas definiciones en un diccionario encontrará similitudes que le puedan llevar a pensar que son sinónimos, sin embargo, las implicaciones personales y emocionales de usar un término u otro a la hora de expresarse resultan muy diferentes.

Culpa

Así cuando se piensa en culpa, la persona que lo hace queda paralizada pareciendo que

El hecho de que el término culpa esté tan introducido en la sociedad occidental se debe a dos de sus pilares , como son el derecho romano, por una parte, y del pensamiento judeocristiano por la otra.

El primero trata de hacer justicia buscando siempre un culpable del delito. De hecho la justicia actual se puede definir como punitiva, donde muchos procesos judiciales finalizan en el momento en el que se determina la culpabilidad y tras esto se impone el castigo correspondiente. En demasiadas ocasiones durante todo el proceso no se tiene en cuenta, en ningún momento las posibles reparaciones hacia la víctima que en todo el proceso queda relegada solo siendo llamada a lo sumo para comparecer como testigo.

El segundo puntal que sostiene este pensamiento de la culpa viene de una interpretación del cristianismo, afortunadamente minoritaria en la actualidad, que ha alejado la idea liberadora del perdón por un sentimiento aplastante de pecado. De hecho todavía en algunas Eucaristías se sigue rezando el «Yo confieso» en el que mientras uno se golpea el pecho se dice «Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa».

El concepto de culpa se asocia a ideas morales y a los conceptos de «bien y mal». Además la culpa requiere de echar una mirada al pasado.

Responsabilidad

Por el contrario, el asumir la responsabilidad puede resultar liberador y la persona que lo hace le permite una reacción que le posibilita la reparación del daño. De hecho la palabra responsabilidad proviene etimológicamente de la idea de responder con habilidad. Con esta visión mucho más liberadora la persona que ha cometido un hecho que haya podido causar un daño puede no quedarse en un bucle inmóvil, sino todo lo contrario, puede encontrar caminos de reparación del mencionado daño.

En el caso de la responsabilidad lo importante no es juicio, tanto de si lo que se ha hecho está bien o está mal, como tampoco de interpretar quien fue aquel que lo llevó a cabo, sino de mirar hacia el futuro para encontrar nuevas maneras de responder hábilmente.

Un cuento para aclararlo

Pedro, Juan y el jarrón.

Un ejemplo doméstico que explica la diferencia entre responsabilidad y culpa

Pedro y Juan son dos hermanos que, a escondidas, de sus padres juegan a la pelota en la cocina.

Juan chuta, Pedro desvía la pelota y el balón llega accidentalmente hasta la vitrina donde tira una jarra que se hace añicos al caer al suelo.

En ese momento llega el padre que al ver el desaguisado pide explicaciones. Pedro y Juan se «echan mutuamente la culpa».

El padre regaña a Juan, por ser el hermano mayor y por tener un historial mayor de incidentes.

Esto hace que Juan, que se siente inocente del hecho, o al menos solo culpable al 50%, conecte con su victimismo y comience a murmurar que siempre pasa lo mismo que por qué esto es así…

El sentirse víctima le desconecta en todo momento de su responsabilidad.

Pedro, mientras tanto, se siente aliviado porque ha salido inocente del hecho y tampoco asume las consecuencias de su coparticipación en la rotura de la jarra de cristal.

El hecho de haberse planteado quién era el culpable ha alejado a ambos de la responsabilidad del incidente. Así los dos se han ido a su cuarto uno entre lamentos, otro más sosegado. Pero ninguno de ellos ha recogido los cristales del suelo y, mucho menos, ha intentado un posible arreglo ya sea tratando de pegar los pedazos o tratando de ir a comprar una jarra lo más similar posible.

Con este simple cuento doméstico y autobiográfico y en el que muchos se pueden ver reflejados, se puede observar como la culpa aleja a la persona de su responsabilidad. Y como la primera lleva a una actitud pasiva, que en el caso de haberlo planteado de una «respuesta con habilidad» los cristales, al menos habrían sido recogidos.

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