Imaginación
La imaginación es el primer escalón de las tres elevaciones del pensar que propuso Rudolf Steiner.
¿Qué entendemos por Imaginación?
Es una forma de fortalecer el pensar generando representaciones por nosotros mismos que no se encuentran vinculándolas a las percepciones sensoriales.
Imaginar una nueva forma de crear
Imaginar es crear algo que no existía con anterioridad.
En el momento actual vivimos sumergidos en un torbellino de malos augurios. Pandemias, efectos secundarios de las vacunas, guerras, desabastecimientos, inflación…. Desde algún oscuro lugar parecería estar adelantándose un futuro bastante distópico.
Por eso, un buen ejercicio que, además resulta de gran utilidad para la humanidad, es el de empezar a crear nuevas imágenes más positivas, que contrarresten lo apocalíptico (en el peor sentido de la palabra) de aquello que parecería que de alguna manera quieren llevarnos.
No podremos crear nada que no hayamos sido antes capaces de imaginar.
Imaginar es propio del ser humano
Es una de las facultades propiamente humanas a diferencia de los animales. Un perro al ver que su amo toma la correa empieza a saltar sabiendo que se acerca al paseo, pero no ha sido capaz de adelantarse hasta que no ve la correa; no ha generado una representación nueva.
Imaginar no es fantasear
Pero ese tipo de imaginación positiva no es fantasear. No consiste en ver vacas volando o que, de manera mágica, un hada madrina convierte nuestra calabaza en carroza. Consiste en generar, por ejemplo representaciones internas de mi calle, de mi barrio más bello, más limpio, con flores… y luego imaginar otro tipo de relaciones sociales. Consiste en ser capaz de crear a partir de una realidad la mejor de las versiones posibles, la más buena y bella.
Imaginar y la prudencia
Aristóteles en su Ética a Nicómaco relacionó la prudencia con la sabiduría ligada al tiempo. Así, esta virtud permitiría tomar las decisiones sensatas con las mejores consecuencias posibles.
Para esta facultad de poder adelantarse a las consecuencias y poder visualizarlas resulta necesaria la imaginación que permite crear las representaciones de aquello que puede ocurrir si tomamos una decisión y lo que sucedería si optamos por la otra posibilidad.
Requiere una cierta capacidad de concentración
Para ser capaz de crear imágenes y poder mantenerlas se requiere dominar la intención del pensamiento. Ser el dueño del pensamiento propio y evitar que nuestra cabeza vaya a saltos en lo que Kabat-Zinn denominaba mente de mono.
Para ello Rudolf Steiner indicó un ejercicio de dominio de pensamiento, que favorece adueñarse del pensamiento y hacerlo propio.
El mundo espiritual no se ve, se imagina
Para tratar de conocer el mundo espiritual no nos podemos valer de percepciones, puesto que este universo no es material y, por lo tanto, no puede ser captado por los sentidos.
Para poder imaginarlo se emplean como base representaciones adquiridas anteriormente y que se encentran en la experiencia, pero tratando de conformarlas de una manera diferente.
Obviamente, para muchas descripciones de lo divino nos faltan los conceptos e ideas. Por eso, muchos profetas han recurrido a las alegorías, las parábolas los mitos y las leyendas.
Desarrollar la imaginación
La imaginación en niños
La imaginación se puede entrenar. Ya desde niños conviene leer cuentos que puedan estimular la fantasía. Evitar someter a los niños a pantallas; una imagen que se ha adquirido resulta luego muy difícil que se desplace.
¿Quién es ahora capaz de figurarse a una Blancanieves que no tenga el pelo negro con un lazo rojo una blusa azul y una falda amarilla? Disney generó una representación tan marcada que nos cuesta desplazar.