Las tres fuerzas del alma

Las tres fuerzas del alma

El pensar, el querer y la voluntad constituyen las tres fuerzas del alma

Pensar

El pensar es la manera de la que dispone el ser humano para introducir lo que le rodea en su mundo interno, en su alma. Es la unión de aquello percibido con un concepto ya existente que lo describe y explica. En el momento en que se han unido se transforman en experiencia que se alberga en la mente, psiqué o alma.

El pensar crea al cerebro

El pensar crea al cerebro y, no al revés, ya que el desde el punto antroposófico este órgano no segrega pensamientos, sino que refleja aquellos pensamientos espirituales que le llegan.

El pensar está enfocado en el pasado

No somos capaces de poder pensar y de observar simultáneamente ese mismo pensamiento, solo podemos observar lo que ya pensamos y, por lo tanto, ya ha pasado. Por eso se puede decir que el pensado está enfocado al pasado.

Además si el pensar se basa en la unión de una percepción con una experiencia, es necesario que esta ´última sea anterior y por tanto tenga relación con lo pretérito.

El ideal del pensar es la Verdad

El auténtico pensar se basa en la búsqueda de la verdad, más allá de que luego se pueda mentir a la hora de comunicar lo que se estaba pensando.

Voluntad o el hacer

La voluntad se encuentra en el lado opuesto del pensar, es decir consiste en la forma en la que por medio de las acciones el mundo interior se expresa y manifiesta.

La palabra alemana Wille, se puede traducir por el sustantivo Voluntad, es aquello que está dentro del ser actuante justo antes de su acto, pero que acaba en él.

No se debe confundir con el Wollen que significa «querer».

La voluntad se ancla en el cuerpo

Así como el pensar se manifiesta a través del cerebro la voluntad se encuentra anclada en el cuerpo, en concreto, en los órganos del metabolismo y en los del movimiento, como los músculos. En esta parte del cuerpo no existe consciencia.

La voluntad es inconsciente

La polaridad mencionada antes con el pensar también puede observarse en que la voluntad es inconsciente.

La voluntad se relaciona con el futuro

Al anteceder la voluntad a la acción, se la relaciona con el futuro, siendo, además sus consecuencias, manera de poder medir los resultados posteriores a la decisión.

La virtud de la Voluntad es la bondad

La voluntad se puede entender como un impulso para la acción, para cambiar el mundo.  Convertir este impulso primario o instinto ciego en voluntad consciente es el asunto de la moralidad.

Esta alcanza su máxima expresión cuando es capaz de transmutar la voluntad propia en cumplir la Gran Voluntad. Y cuando aparece esa Gran Voluntad las acciones que aparecen están relacionadas con la bondad.

La relación entre la Voluntad y la bondad ya aparece en el evangelio de Lucas cuando el ángel se presenta a los pastores con las palabras de «Gloria a Dios en las alturas y Paz a los hombres de Buena Voluntad»

La moralidad de la voluntad

La bondad y moralidad de una voluntad dependen del lugar en el que enganchen en su motivación a actuar. No es lo mismo que se unan a los ideales de una persona que que lo hagan a los instintos

Querer

La querencia tratará de equilibrar ambas polaridades.

El querer se sitúa en el medio

Desde siempre se ha identificado el querer con el corazón, lugar central del cuerpo humano.

El querer se sitúa en la semiconsciencia

En el caso del querer uno sabe si va a llevar a cabo aquello que le presenta el pensamiento, siendo las respuesta muy simple Si quiero o no quiero

El querer se conjuga en presente

Querer se conjuga siempre en tiempo presente, en la medida que conecta con un sentimiento, es difícil recordarlo o, igualmente resulta complejo anteceder lo que vamos a sentir en el futuro.

La Virtud del querer es la belleza

La virtud o ideal que adorna a este querer es la belleza.

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