La persona del noveno septenio tiene al alcance convertirse en el verdadero sabio, aquel que ha aprendido de la propia experiencia.
A partir de los 63 años la biografía ya no se encuentra descrita porque resulta tan individual que resulta difícil ajustarse a patrones.
Acaba la vida profesional (a los 65 años) y más de los 70 uno puede sentir la libertad de haber cumplido con las expectativas. Por tanto, lo que le queda puede vivirlo como un regalo que puede llenar de libertad y creatividad.
En el octavo septenio se le brinda al hombre la oportunidad de convertirse en un maestro. Es una opción que se puede tomar o permanecer como durmiente el resto de la vida. De adoptarla se lleva a cabo desde el altruismo abriéndose al mundo, escuchando al otro, teniendo como resultado la conquista de la verdadera libertad.
Durante el séptimo septenio se abre la posibilidad del desarrollo y transformación
Durante el séptimo septenio aparece un cierto declinar físico corporal. Este es más acusado en aquellos que no lo trascienden por algo más espiritual.
Hombres y mujeres afrontan su sexto septenio (35 a 42 años) de manera diferente.
Los riesgos del sexto septenio consisten en acallar la pregunta existencial; tentación del poder o tratar de frenar a toda costa la decadencia física.
A nivel exterior en este quinto septenio existe un desarrollo profesional y se ejerce ser padre o madre, por lo que lo social disminuye.
En el quinto septenio se deben integrar cabeza y corazón buscando la verdad y observando la propia biografía. Siempre se debe respetar que la forma de llevarlo a cabo de hombres y mujeres puede diferir.